A pesar de todos los esfuerzos de los que aspiran a mejorar el mundo, nunca existirá un mundo perfectamente sano, sin conflictos ni problemas, sin fricciones ni disputas. Nunca existirá el ser humano completamente sano, sin enfermedad ni muerte, nunca existirá el amor que todo lo abarca, porque el mundo de las formas vive de las fronteras. Pero todos los objetivos pueden realizarse —por todos y en todo momento— por el que descubre la falsedad de las formas y en su conciencia es libre.
En el mundo polar, el amor conduce a la esclavitud; en la unidad es libertad. El cáncer es síntoma de un amor mal entendido. El cáncer sólo respeta el símbolo del amor verdadero. El símbolo del amor verdadero es el corazón. ¡El corazón es el único órgano que no es atacado por el cáncer!
En un mundo con más corazón a todos los niveles, el cáncer, entendido no sólo como enfermedad del individuo, sino como metáfora de un proceso de auto destrucción a nivel de la especie humana, no tiene lugar.
Dice Antoine de Saint-Exupéry que “el verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar a otro para que sea quien es”.
Y seguramente el amor es eso, el proceso de dirigir al otro hacia sí mismo, hacia quien en verdad es.
En eso, esencialmente, consiste ser un SER HUMANO.